Fortaleza de San Carlos de la Cabaña

La Fortaleza San Carlos de la Cabaña es una de las fortalezas más grandes construidas por los españoles en el nuevo mundo, en su momento la más grande de América. Llamada así en honor al rey Carlos III, fue comenzada a edificar después de que los ingleses devolvieran La Habana a la monarquía ibérica, en el cerro conocido por La Cabaña a la entrada de la bahía.
Su construcción, que tardó once largos años y fue dirigida por el ingeniero militar Silvestre Abarca, ocupó un área de 100000 m2, con una muralla de más de 700 m de extensión y un impresionante foso, utilizando las concepciones más avanzadas de la ingeniería militar de la época.

Dentro de su arsenal llegó a contar con alrededor de 250 piezas de artillería, albergando a las unidades élites del ejército español en la isla.

Durante las guerras independentistas en Cuba fue utilizada la instalación como prisión y su foso como paredón de fusilamientos. Ya en el siglo XX conservó la función de presidio, además de almacén y alojamiento para tropas regulares. Al triunfar la Revolución cubana fue utilizada como comandancia por el Che Guevara.

Entre 1986 y 1992 la fortaleza recibió una colosal reparación, inaugurando en sus predios distintas atracciones como el Museo de la Comandancia del Che, el Museo de Armas, entre otros. El establecimiento acoge además la celebración de la Feria Internacional del Libro de La Habana y la Bienal de Artes Plásticas de La Habana.

Una de sus principales atracciones en la actualidad la constituye el famoso cañonazo de la nueve, toda una representación histórica del cambio de guardia y el anuncio del toque de queda en la época de la colonia, actividad que sin dudas constituye no solo un símbolo de la instalación, sino también de toda La Habana.